Cómo me gustaría tener espacio suficiente en mi habitación para poner unas bancadas como éstas a los pies de la cama. Así como no acabo de verme con un cabecero pegado a la cabeza (prefiero la fría pared), me encantan los baúles y bancos junto a los pies. Pero llevo ya dos mudanzas y mis habitaciones siempre son más bien estrechas y alargadas, y no entra algo así salvo que para pasar lo salte por encima -que tampoco es plan-. Así que me seguiré quedando con las ganas de sentarme en un banco como éste -capitoné de terciopelo berenjena incluido- donde sentirme por un momento la protagonista de una peli en blanco y negro…